Nueva York.-El sábado en Roosevelt Island, frente a Manhattan, Hillary Clinton inició oficialmente su campaña; este lunes Jeb Bush anunciará formalmente sus aspiraciones de obtener la candidatura.
Arrancaron la campaña conectando a Hillary con el presidente demócrata más popular de la historia, el tres veces reelecto Franklin Delano Roosevelt. En Roosevelt Island, Hillary prometió luchar “y ganar” mejorando la economía, ayudando a las familias, mejorando la seguridad nacional y reformando el sistema de financiamiento de campañas.
Y prometió “acabar los privilegios” de los ricos, pero su campaña recibirá $2.000 millones de Wall Street. Esa contradicción central de acabar con los privilegios de quienes la financian, Hillary tendrá que reconciliarla.
Ser la aspirante más popular faltando más de un año para las elecciones no es ventaja, quien está muy arriba solo le queda una opción: bajar. Eso le pasó en el 2008. El senador de Vermont, Bernie Sanders está ganando adeptos con su discurso liberal tradicional.
Entre los republicanos parece ser que la información genética de la familia Bush trae una pasión por la política y son genéticamente malísimos administradores. Jeb Bush anunciará el inicio de su campaña este lunes e inmediatamente tiene que empezar a luchar contra su imagen de incompetente. Como gobernador de Florida parece no haber dejado otro legado que la incompetencia.
Jeb y su incompetencia, enfrentarán al eficiente gobernador de Wisconsin, Scott Walker, quien hizo realidad un viejo sueño republicano. Destruyó los sindicatos de empleados públicos, iniciado el desmantelamiento del movimiento sindical nacional.
Walker, además está financiado por los hermanos Koch, unos multibillonarios ultraderechistas que tienen al Partido Republicano como una de sus pertenencias. Como presidente republicano, se puede esperar que Walker le dé una estocada mortal al movimiento sindical nacional.
Hillary y Jeb serán desafiados. Aquí nadie tiene nada seguro, este juego recién empieza.