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Nueva York.— Los políticos siempre pronuncian dos discursos, uno es manifiesto, el otro latente, el último es esencial, sus palabras son irrelevantes, lo importante es lo que no dicen.
El discurso manifiesto de Mitt Romney, el candidato republicano, es que el 47% de los votantes que apoya al Presidente Barack Obama son unos mantenidos sin importancia. Su discurso latente, que ganará las elecciones de todos modos, es el más importante porque impone preguntar ¿cómo ganará?. La repuesta a esa pregunta revelará el secreto del candidato republicano.
Romney nunca conquistará simpatizantes de Obama, pero puede impedir que voten. En el 2.000 muchos negros y latinos denunciaron que se les impidió votar en varios estados, Al Gore perdió esos votos, George W. Bush “ganó”. Trastrueque de listados e intimidación de votantes tipifican el fraude electoral estadounidense. Por eso existe la ley contra intimidación de votantes de 1965.
El año siguiente,1966, jóvenes blancos intimidaban votantes negros en fila. Armaban desordes y suspendían las elecciones en esa mesa. O la retrasaban lo suficiente para que muchos en fila se sintieran como atrapados en un tapón y decidieran irse sin votar.
Varias organizaciones apéndices del movimiento ultraderechista “Tea Party” anunciaron que “observarán” las votaciones en barrios pobres. Cuestionar la legitimidad de un votante, aunque sea sin fundamento, reduce las votaciones del 47% del que habla Romney.
Obama aventaja a Romney por pocos puntos, intimidar votantes demócratas reduciría esa ventaja, creando un “empate” tipo Bush-Gore en Florida. Si eso ocurre y llega hasta la Suprema Corte, hoy más derechizada, el fallo será predecible.
Romney no dijo que impedirá que los votantes de Obama lleguen a las urnas, esa puede ser la esencia de su discurso latente, de ganar contra el 47%. ¿Será posible? En 43 días vendrá la respuesta en cualquier pantalla cerca de usted.