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Nueva York.––El presidente Barack Obama hizo una forzada, calculada, desesperada y brillante movida apoyando el matrimonio gay. Sus palabras explican todo. “En cierto punto, yo recién he concluido, que para mi, personalmente, es importante para mi salir adelante, y afirmar que yo creo que las parejas del mismo sexo deben poder casarse”.
Es una opinión personal, no presidencial, al contrario, quiere alejarse del asunto,sugiere que los Estados decidan la cuestión. Tremendo disparate legal y Obama, como abogado, lo sabe. En 1967 la Suprema Corte de Justicia declaró ilegales las prohibiciones a matrimonios interrraciales, definiendo el matrimonio como un “derecho civil básico”.
Los Derechos Civiles son materia federal, no estatal.
El rechazo religioso será irrelevante, esas interpretaciones bíblico-prejurásicas no detendrán la historia. Todavía siguen opuestos a los anticonceptivos, condones y divorcios. Además hay más condenas bíblicas contra ricos que contra homosexuales, pero los pastores y curas, por amor al Dios Dinero, no critican los ricos.
La declaración de Obama tuvo fuerte impacto político, fue su primer golpe pasivo-agresivo de la campaña. Mitt Romney, el candidato republicano, tomó la defensiva cuando supimos que en la secundaria tumbó y abusó de un estudiante gay. Poner la cuestion en el plano personal fue magistral, ahí hasta Dick Cheney y su hija lesbiana coinciden con Obama.
La mitad del país apoya el matrimonio gay, Obama reafirma el apoyo político y financiero de los gays, distrayéndonos de la crisis económica, su gran Talón de Aquiles.
Los republicanos inventaron discutir abortos, anticonceptivos y derechos homosexuales distrayéndonos de las injusticias económicas. Falta ver si funciona para Obama.
Quedan pocas distracciones y muchos meses de campaña, la economía debe mejorar pronto, u Obama perderá la reeleccón. Ahora está ganando la guerra mediática, pero hay una verdad política universal, con votos se ganan las elecciones, no con percepciones.