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Nueva York.-
Con sus vacaciones en Martha’s Vineyards el presidente Barack Obama, como el Avestruz, intenta enterrar la cabeza, esperando que todos sus problemas desaparezcan.
El escándalo del espionaje cinético y global destapado por Edward Snowden estremece su administración. Si Obama no fuera presidente, quizá defendería a Snowden y a Patrick Manning, el soldado que reveló documentos secretos a Wikileaks. Su principal problema es que defiende cosas en las que no cree.
Su programa de espionaje es difícil de justificar.
“Caídas en las bañeras y oficiales de policía matan a más americanos que el terrorismo, aún así nos han pedido sacrificar nuestros derechos más sagrados por miedo”, dice Snowden.
El miedo explica la extraña decisión de Obama de cerrar casi dos docenas de consulados y embajadas, hasta ahora ese luce como el principal error de su presidencia.
Los islamitas, con amenazas reales o ficticias, cerrarán las embajadas y consulados que quieran. ¿Qué uso tiene el espionaje global y constante si no saben quién hará qué, cuándo y dónde?
Hace un año Obama, en su campaña reeleccionista, nos dijo: “Osabama Bin Laden está muerto y Al Qaeda huye en desbandada”. Lo reelegimos y ahora cierra embajadas y consulados por miedo a Al Qaeda.
¿Mintió ayer o miente ahora?
Se dice que interceptaron comunicaciones de líderes de Al Qaeda planeando cosas. Extrañísimo, porque Osama Ben Laden y sus lugartenientes nunca usaban comunicaciones convencionales. Nadie con aparatos electrónicos, celulares, cámaras, etc, podría acercarse a más de 100 metros de ellos. Esta gente no hace “llamadas de conferencias”.
Obama prometió “espionaje transparente y legal”, además, pide que el país “confíe” en él, si nuestra mejor opción es “confiar en un político”, tenemos un serio problema. Cuando retorne de Martha’s Vineyards Obama descubrirá, como el Avestruz, que sus problemas, lejos de esfumarse se multiplicaron.