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Nueva York.- La ineficiencia, falta de inteligencia, educación, liderazgo e imaginación de Nicolás Maduro, abren amplios ventanales para ver lo que ocurría dentro de la cabeza de Hugo Chávez.
Si Maduro es “lo mejor” para “profundizar la revolución”, el chavismo fue una estafa política. No tiene futuro.
Chávez valoró la lealtad y obediencia de Maduro, no su capacidad. Quería un hombre obediente, no inteligente; la cuestión era puro personalismo y megalomanía.
Obediencia e inteligencia son mutuamente excluyentes. El obediente no es deliberante, no puede ser inteligente.
Maduro se parece al profesor Jirafales, y Dios sabe que no pretendo insultar la inteligencia de mi idiota favorito.
Maduro es un apagón natural. Nació sin luces; es un extrañísimo hombre obediente e ineficiente: Tiene poca educación, pero ese no es el problema. Hay dos oráculos latinoamericanos con poca educación formal, pero cuando hablan José -Pepe- Mujica, presidente uruguayo, y el ex presidente brasileño, Lula da Silva, todos callamos.
Chávez ayudó a muchos pobres venezolanos, regaló pescados; Lula elevó el nivel de vida de todos los brasileños, enseñó a pescar, sin los histrionismos “revolucionarios y anti-imperialistas”.
Los chilenos y brasileños protestan demandando mejores servicios. Cuando los venezolanos protestan demandando papel sanitario, hay una “conspiración imperialista”.
Aceptemos esa “verdad”, Maduro conoce el origen del problema; controla el gobierno y muchísimo dinero, pero no puede garantizarle papel sanitario a Venezuela, como líder no sirve.
Maduro ahora usa el decadente libreto castrista: culpar al “imperialismo” de sus problemas. Venezuela merece mejor gobierno y futuro.
Todo esto es tan triste como peligroso. Chávez murió dejando Venezuela a la deriva y designó como capitán a Maduro, un ignorante de la navegación.
Cuando debiste disfrutar tu mayor esplendor económico, no tienes comida, papel higiénico ni seguridad pública, no vislumbras salidas.
Latinoamérica siente tu dolor, estamos llorando por ti Venezuela.