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Nueva York.––En el principio los tipos no tenían ni un centavo, porque no sabían hacer nada productivo o útil para la sociedad, pero la necesidad parió su creatividad. Inventaron el mejor negocio posible: “guardar y administrar” el dinero ajeno. Vivos como el hambre, de su fornicaria relación con la codicia, nacieron los “intereses”, convenciendo al mundo de que con ellos el dinero crece y se multiplica ilimitadamente.
Empezaron pagando intereses por depósitos y hoy cobran “cargos por servicios de mantenimiento” de los mismos depósitos.
Especulando empujaron la nación a la gran depression de 1929 y en 1933 el presidente Franklin D. Roosvelth promulgó una ley, conocida como the Glass-Stegal Act, prohibiendo el maridaje entre banqueros, especuladores bursatiles y aseguradores. Eso garantizó la estabilidad y mantuvo a los banqueros a raya hasta 1999 cuando Bill Clinton derogó esa ley. Y los bancos comerciales se volvieron “multicentros financieros” donde compran y venden de todo apostando el dinero de los depositantes en riesgosas inversiones.
Gracias a Clinton los banqueros controlan la nación y el mundo con impunidad total. Manipulando las tasas de interés se constituyeron en carteristas globales, sacándole dinero de las carteras a todo el mundo.
Capital One estafó a millones de tarjetahabientes con millones de dolares, le impusieron una pequeña multa. HSBC ofrece servicios de blanqueo de dinero para todos los carteles de la droga, quizá los multen. Los banqueros se robaron las casas y el futuro de la humanidad. Y todos le debemos unas cuentas cuyos intereses tomará varias vidas eternas para pagar. Nada podemos contra los ellos, porque financian a los politicos que designan a los reguladores. Necesiamos, como en Alcohólicos Anónimos, un poder superior que los controle. Oremos, pidiéndole a Dios el “perdón de nuestros pecados”, que trajeron este castigo, “y líbranos de los banqueros, amen”.