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Nueva York.-La propuesta del diputado nepótico, Vinicio Castillo, de instalar un “cordón sanitario” frente a Haití, es una versión mucho más idiótica y menos efectiva de su descabellado “muro fronterizo”. Quien le informó sobre los “cordones sanitarios” no le explicó que requieren equipos médicos-militares cubriendo la frontera.
Creer que los fusiles detendrán una epidemia, es oligofrénico. Los fascistas creen que el miedo, botas y fusiles, es un remedio universal, que cura diarreas y estreñimientos.
El Ebola no se controlará con miedo y separación, sino con unidad y cooperación, para vigilancia y prevención.
La historia de Patrick Sawyer, un virólogo liberiano-americano, luchador contra el ébola en Africa Ocidental es escalofriante. Manifestó la enfermedad volando a Nigeria, ahí murió, infectó a un médico, los pasajeros de su vuelo no fueron puestos en cuarentena.
La gente que respiraró el aire donde Sawyer respiró y estornudó, anda suelta, ya nadie sabe dónde está el virus. Hoy, el lugar más peligroso del planeta es un avión. Nadie sabe, en cual avión, en éste preciso momento, se propaga el virus.
“Ante una amenaza general, la protección somos todos”, asegura el doctor Víctor Valentín, un médico santiaguero que ejerce en San Cristóbal. “Necesitamos un cordón sanitario en la isla, bi-nacional, dominicanos y haitianos juntos, inspeccionando pasajeros en puertos y aeropuertos de la isla”, añade.
“Debemos habilitar almacenes y hangares con instalaciones sanitarias, ahí podemos mantener pasajeros en cuarentena si resulta necesario,” suguiere.
Esta isla es nuestro hogar, debemos asumir esta responsabilidad compartida, dice el doctor Valentín.
Las dos naciones son ilusiones humanas, para el virus solo existe una isla.
No es Haití, ni República Dominicana, es la Isla, una e indivisible, como decía el gran Toussaint L’Overture.
Si los nazionalistas nos dividen contra el Ebola, el virus penetrará por la division, y todos saldremos perdiendo.