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Nueva York––En éste 11 aniversario del 9-11, está claro, el ex Presidente Geoge W. Bush aprovechó muy bien esa crisis. Se legitimizó como “líder”, impuso su agenda guerrerista y destruyó nuestro sistema de garantías individuales, sindicando a sus oponentes como anti-patriotas instrumentos del terrorismo.
Bush usó el 9-11 para imponer su agenda derechista.
El presdiente Franklin D. Roosvelt aprovechó la Gran Depresión del 1929 para redistribuir mejor las riquezas creando programas sociales y el sistema de seguridad social. Roosvelt impuso las más eficientes, duraderas y estrictas regulaciones bancarias conocidas. Roosvelt usó la Gran Depresión para impulsar su agenda liberal.
El pueblo lo premió haciéndolo presidente tres veces.
El presidente Barack Obama desperdició la Gran Recesión del 2008. No restableció las regulaciones bancarias de Roosvelt que Bill Clinton derogó, no impulsó programas sociales relevantes, su seguro médico universal beneficia principalmente a corporaciones farmacéuticas y aseguradoras. Como Bush, Obama invirtió más dinero rescatando banqueros estafadores, que recatando familias estafadas.
En el alfabeto chino la palabra crisis se representa con dos caracteres, uno significa dificultad, el otro oportunidad. Obama no superó la dificultad, ni aprovechó la oportunidad. Esa mezcla de ineficiencia y desperdicio, puede costarle la reelección.
Los grandes líderes crecen ante las grandes crisis.
Obama se achicó, tras cuatro años de paños tibios y más de lo mismo.
El Obama, del “cambio”, no cambió nada, el otrora eloquente hoy no tiene palabras. Y su “esperanza” es que su ex enemigo, Clinton, le consiga los votos para reelegirse.
El discurso de Obama en la convención demócrata no defendió sus ejecutorias, atacó al contrincante, haciendo promesas reeleccionistas. Su fortaleza es la debilidad de su oponente; Mitt Romney es un candidato horroroso impulsando una agenda prejurásica. Obama aún controla unos 250 de los 279 votos electorales necesarios para ganar, tiene posibilidades de triunfo.