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Nueva York.– El voto de Clearence Thomas, designado por George Bush padre como juez de la Suprema Corte de Justicia, hizo a Bush hijo presidente en el 2000. La designación de Thomas fue cuestionada porque siendo afroamericano, representa los intereses bushistas.
Aquí rigen las leyes, los jueces tienen el poder real y hay una vacante en el Tribunal de Apelaciones más alto del estado de Nueva York.
Existe un cierto consenso de que éste cargo, una antesala a la Suprema Corte de Justicia en Washington, debe ocuparlo un dominicano.
El gobernador Andrew Cuomo nominó a su ex asistente, Jenny Rivera, una académica puertorriqueña sin experiencia judicial.
Demócratas y republicanos se oponen. El senador puertorriqueño, reverendo Rubén Díaz, y muchos, otros proponen al magistrado dominicano Rolando Acosta, Juez Asociado de la División de Apelación de la Corte Suprema del Estado. Fue juez en varias cortes, tiene larga trayectoria y experiencia judicial. También proponen a los magistrados dominicanos Fabiola Soto y Manuel Méndez.
El senador “dominicano” Adriano Espaillat ignora al dominicano Acosta, y congraciándose con el gobernador, apoya a la puertorriqueña Rivera. Como hizo hace años, cuando defendió una propuesta de los taxis amarillos que desplazaría a 38 mil taxistas dominicanos.
Ni el magistrado Acosta, respetado por sus colegas y los abogados que postulan ante su estrado, ni los taxistas “merecen” el apoyo de Adriano.
¿A quien representa Adriano?
En el mundo de Adriano “no hay nadie más”, solo existe Adriano y múltiples espejos reproduciendo a Adriano y su mirada vacía. Así quiere “representarnos” en el Congreso en Washington.
Adriano, representa solo a Adriano, bloqueará a cualquier dominicano que pueda tener más poder que él, y no apoyarlo significa “traicionar” la patria, porque Adriano es la patria. Hoy “traicionar a la patria”, es votar por Adriano, que sigue traicionándonos a todos.