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Nueva York.- “Sus hermanos de Buenos Aires juntamos este dinero, y le rogamos aceptarlo para comprarse unos zapatos nuevos. Preferiríamos que nuestro representante en el Cónclave no llegue a Roma con esos zapatos rotos que Ud. calza”.
El cardenal Mario Jorge Bergolio inclinó la cabeza con reverencia, humildad y aceptación. Lo eligieron Papa, tomó el nombre Francisco, rechazó los carísimos zapatos rojos papales, calza los que le compraron sus hermanos en Buenos Aires.
En su primer aniversario como sumo sacerdote católico, el primer Papa latinoamericano y jesuita alcanzó importantes triunfos mediáticos.
Cambió la atención mundial, de la pedofilia a su humilde refrescante, tolerante y amorosa personalidad. Re-enfocó la iglesia a la evangelizacón y la lucha por los necesitados.
Autodefinido “hijo obediente” de la Iglesia, Francisco cumplirá mandatos sobre celibato, castidad, matrimonio gay, anticonceptivos, abortos y ordenación femenina, él propone cambiar los temas de discusión. Denunciando el capitalismo de exclusión y defendiendo a los pobres, el Papa de pueblo suena como otro populista latinoamericano, pero tampoco tiene opciones.
Preside la iglesia de Juan Pablo II, quien designó más de la mitad de los 5.000 obispos del mundo. La Iglesia Católica Romana es la institución más vieja y lenta de Occidente, tardó casi 400 años para aceptar que “quizá” Galileo tenía razón.
Francisco se equivocó diciendo que la iglesia maneja con “transparencia” la pederastía sacerdotal, pagar millones de dólares comprando silencios de víctimas de curas pedófilos no es “transparente”.
La iglesia está atrapada en sus propios laberintos. Su mesiánica doctrina, Dios Unico, Hijo Unico, Iglesia Unica y representante (Papa) Unico ya no funciona, Francisco solo no la salvará de la irrelevancia y la decadencia.
El celibato y la castidad hunden la Iglesia, curas y monjas sin reproducción son especies en extinción, que también violan el primer mandamiento divino: “creced y multiplicaos”.