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Nueva York.––Mitt Romney, el virtual candidato republicano, aseguró en parte el voto ultraderechista con su propuesta para solucionar el problema migratorio: la autodeportación. Le hará la existencia tan, pero tan miserable a los indocumentados, que optarán por retornar. Ahora tiene la candidatura asegurada y un serio problema, nadie llega a la Casa Blanca sin conquistar por lo menos el 40% del voto latino.
El planteo migratorio de Romney no seduce votantes latinos, pero tiene opciones. Puede enfatizar el récord del presidente Barack Obama como “deportador en jefe”. Tratar de convencer a los latinos de que no se preocupen por la cuestión migratoria no será fácil.
Su opción más prometedora es un candidato vicepresidencial latino. “Suenan” Marco Rubio, el senador cubano-americano nacido en Miami, y Luis Fortuño, el gobernador de Puerto Rico. Rubio garantiza apoyo del Tea Party, y ofrece una gran ventaja operativa. Los cubano-americanos son los latinos más experimentados en el activismo político, y pueden reconquistar el crucial estado de Florida. Fortuño resulta atractivo porque conecta con unos cinco millones de votantes puertorriqueños. Y para los boricuas la inmigración no tiene tanta importancia como para otros grupos latinos. Algunos puertorriqueños hasta apoyan las posiciones anti-inmigrantes de Romney.
Un latino como compañero de boleta pondría a Romney del lado de la historia. Obama lleva un vicepresidente blanco porque él no lo es. Ya no están estos tiempos para que dos hombres blancos sigan decidiendo el futuro de la nación y el mundo. John McCain llevó una mujer, a Sara Palin en el 2008. Romney debe llevar un latino.
Un candidato vicepresidencial latino denunciando las abusivas e inhumanas deportaciones masivas de Obama, separando a cientos de miles de familias, es buena estrategia. Si además se agrava la crisis económica y el desempleo, Romney podría ganar las elecciones en noviembre.