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Nueva York.—Los educadores dominico-neoyorquinos demuestran que saben corregir las deficiencias educativas dominicanas, porque cada día reciben estudiantes dominicanos deficientes. Y elevan sus niveles académicos mientras aprenden inglés. Algunos han ofrecido, y ofrecen, entrenamientos a educadores dominicanos.
Hace poco el empresario Franklin Báez Brugal, Arelis Rodríguez de la Fundación Falcondo, Lizzie Sánchez de la Brugal y Sandra González de Intec, tomaron una iniciativa importante. Contrataron a Manuel Vidal Ramírez, de Castillo, para entrenar a cientos de directores de Puerto Plata, Bonao y Boca Chica.
Ramírez es uno de los mejores directores escolares neoyorquinos, sus estudiantes se gradúan de la escuela intermedia con materias de secundaria aprobadas. Su currículo de matemáticas lo replican varias escuelas.
Juan Villar, banilejo, dirige una de las mejores escuelas secundarias de ciencias y matemáticas neoyorquinas. Francisco Sánchez, de Jarabacoa, fundó y dirige una escuela secundaria, cuyo concepto la Bill y Melinda Gates Foundation replica en otros lugares.
Robert Mercedes, villajuanense, rescató una escuela y un vecindario de El Bronx; los veranos viaja a entrenar profesores dominicanos con Ana Isabel García de Hostos Community College.
El presidente Danilo Medina demuestra un interés genuinio por mejorar la educacion, pero traer educadores de España no es su mejor idea.
Nuestras super estrellas de la educación neoyorquina, harán mejor trabajo que los españoles desempleados que le ofreció el Rey Juan Carlos al presidente Medina. La educación neoyorquina supera a la española en todo, y los hijos de dominicanos le duelen a los dominicanos, no a los españoles.
Medina debe “continuar lo que esta bien”, llevar exitosos educadores dominico-neoyorquinos a entrenar educadores dominicanos. Necesitamos dominicanizar la educación, con textos escritos por autores dominicanos para niños dominicanos, y educadores dominicanos reformando el sistema. Así iniciaríamos el fin de 500 años de colonialismo cultural español y eso, ciertamente, “nunca se ha hecho”.