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Nueva York.-Nacido en una familia de contratistas militares, Saulo fundó un exitoso ejército de mercenarios especializado en asesinar cristianos. Su negocio iba bien, mataba muchos, tenía buenos ingresos pero un día, cruzando el pórtico de entrada a Damasco, Siria, un rayo lo cegó, tumbándolo del caballo.
Ciego, Saulo “vió” a Jesús, quien cambió su nombre por Pablo, transformándolo, de asesino de cristianos a primer Apostol del cristianismo. Transcurridos 2,100 años, hay 2,100 millones de cristianos en el mundo, demostrado quedó, lo que ocurre en Siria nos afecta a todos.
Grandes transformaciones se producen en Siria. Hizbullah (el Partido de Dios) fue fundado para luchar contra Israel defendiendo los árabes libaneses. El grupo se transformó, combate a los árabes que ayer defendía, y lucha defendiendo la dictadura de Bashar Assad en Siria.
Siria se desangra, más de 100.000 muertos en dos años, se atomiza y desestabiliza. Su desintegración desestabiliza a Jordania, Iraq, Líbano, Israel, Palestina y Turquía. Desde1974, una fuerza multinacional de la ONU, con 1.000 soldados, funciona como muro de contención entre Siria e Israel, en los Altos de Golán.
Australia retirará 380 y Filipinas 300, sólo quedarán 320, esa fuerza se desintegra. Sin esas tropas Hizbullah, con las armas químicas sirias, podría enfrentar a Israel y su arsenal nuclear.
Una locura calculada podría evitar ese horroroso escenario. Washington debe apoyar a Hizbullah, consolidar a Assad y estabilizar Siria mientras elimina los grupos más radicalizados. Eso facilitará salir del despreciable carnicero de Damasco.
Prolongarle la vida a Assad evitaría que Siria colapse dejando su arsenal químico en manos de fundamentalistas islamitas en la región más inestable, volátil y radicalizada del planeta.
La desintegración de Siria abrirá las puertas del infierno y, como la caja de Pandora, nadie podrá cerrarlas, ni evitar las calamidades que recaerán sobre la humanidad.