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Jcmalone01@aol.com Nueva York.– El candidato republicano Mitt Romney ganó el primer debate y el presidente Barack Obama el segundo. El tercero de éste lunes en Boca Ratón, Florida, quizá sea el más irrelevante de todos. El más importante será el seis de noviembre en las urnas.
Obama y Romney inventarán diferencias inexistentes sobre política exterior para guardar las apariencias, porque ese tema no mueve votantes. Simularán enojos y ofensas, los políticos son expertos en presentar los más honestos y transparentes actos de insinceridad.
La cuestión central aquí es la economía, Obama impulsa una recuperación de la recesión, pero el pueblo no la siente, y eso es lo importante. Pedirle a quien lleva un año desempleado que “entienda” la lentitud de las recuperaciones económicas resulta ridículo. Romney lo sabe y se proyecta como el hombre de negocios experimentado que puede acelerar la recuperación económica.
La crisis solo se siente entre los de abajo. En el 2008 cuando no había crisis, Obama gastó unos $500 millones en su campaña, éste año gastará cerca de $1.200 millones y Romney un poco más.
Las encuestas son tan imprecisas como los pronósticos meteorológicos dominicanos, pero ahora coinciden en el empate. En unas Obama esta menos de dos puntos arriba, en otras Romney le lleva igual ventaja. En cada caso el margen de error es superior a la alegada diferencia. Obama tiene más colegios electorales que Romney, quien necesita ganar Virginia, Iwoa y Ohio para llegar a la Casa Blanca.
Ningún candidato cambiará nada significativo, ambos son millonarios, el color de piel quizá sea su diferencia más importante. Si Obama gana, serán cuatro años con “mas de lo mismo”. Si Romney gana, traería un derechismo tan o más radical que le de George W. Bush. Las elecciones resultan en extremo aburridas, porque ninguno ofrece nada nuevo.